Este es un artículo escrito para la revista dominical OSACA por Natalia y Yoly que cuenta su experiencia como organizadoras novatas de la SU Madrid-Burgos y que será publicado próximamente:
SUMMER UNIVERSITIES: VACACIONES AEGEE
Descubriendo Europa de una forma diferente
Los jóvenes estudiantes ya tienen otra alternativa para disfrutar de unas vacaciones por toda Europa a precios muy bajos.
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Acueducto de Segovia |
En los tiempos que corren, es un hecho que es casi imposible para un universitario cualquiera sin trabajo disfrutar de dos semanas de vacaciones viajando por un país extranjero. O no. Existe otra opción. La asociación de estudiantes universitarios AEGEE, (no, no es la marca de electrodomésticos...), presente en 43 países europeos y con más de 17.000 socios ofrece una alternativa para conocer Europa de una forma única y asequible para todos. Se trata de las Summer Universities, o universidades de verano, que ofrecen la posibilidad de pasar una quincena en la temporada estival viajando por el país que elijas con otros jóvenes, por un precio máximo de 200 euros.
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Valdelaín (Segovia) |
Nada mejor que la propia experiencia para describir un proyecto, que si bien desconocido para muchos, ha permitido a miles de europeos descubrir el continente de una manera única. La Summer University (SU) que nos ocupa es Madrid-Burgos, que tuvo lugar durante la primera quincena del mes de agosto. Se trata de una Travel SU, es decir, en vez de quedarse toda la quincena en la misma ciudad, los participantes de la misma han tenido la oportunidad de viajar por diferentes lugares. Las antennas (sedes de la asociación) de Burgos y Madrid decidieron organizar la SU de forma conjunta, aprovechando la larga experiencia de los de la villa y corte en organizar eventos europeos (este año la antenna de Madrid celebró su 25 aniversario) y la ilusión de la antenna burgalesa, la más joven e inexperta de España fundada en octubre por cuatro jóvenes. Y aprovechando la buena relación que unía a estos jóvenes de Burgos y Madrid, presentaron el proyecto al Comitée Directeur de Europa, y de pronto, empezaron a recibir cartas y más cartas de motivación, de 140 europeos que estaban deseosos de conocer tierras madrileñas y castellanas. La aventura había comenzado.
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Paella en Salas de los Infantes (Burgos) |
Los preparativos y arreglos duraron varios meses de solicitudes, denegaciones, esperas, alegrías, burocracias, subvenciones... Buscar medios que financien la estancia y comidas de treinta personas en pleno agosto no es nada fácil, pueden creernos. Aún así, la iniciativa cuajó.
Y por fin llegó el esperado día 2 de agosto, nuestros 24 participantes, aquellos cuyas cartas de motivación nos habían impresionado más, llegaban al albergue de Madrid dispuestos a pasar 15 días inolvidables, procedentes de Grecia, Hungría, Alemania, Croacia, Bosnia, Finlandia, Malta, Italia, Serbia, Turquía, Macedonia, Eslovenia, Rusia y Estonia.
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Burgos |
De la parte de Burgos éramos cuatro organizadoras, todas sin experiencia y algo asustadas, pero con muchas ganas de empezar. Madrid tenía a seis organizadores, para los cuáles la SU no era algo nuevo, y que pacientemente nos enseñaron y aconsejaron cómo funciona una Summer. Merece la pena destacar que ningún organizador cobra nada, sino que por propia voluntad pasa meses de preparativos, desvelos y, durante lo que dura el evento, preocupaciones por cumplir horarios, comidas, actividades, fiestas, tiempo libre e intentar que 24 personas completamente diferentes estén contentas, lo cual, les aseguramos, no es nada fácil.
Para hacerles sentir cómodos, que perdiesen la vergüenza, conocerse y, ya de paso, aprenderse los nombres (algo difícil, ya que los españoles encontramos algunos prácticamente impronunciables para nosotros) nada mejor que unos ice breaking games, o lo que es lo mismo, unos juegos para romper el hielo. Y ahí empezaron las primeras risas. Para la primera noche nos decidimos por algo típico español, fiesta de la sangría en La Casa de la Guitarra. No eran ni las 5 de la mañana cuando volvimos al albergue en taxi, pero durante el trayecto, una de las participantes, una chica griega que con este viaje se estrenaba en la asociación, preguntó desconcertada si todas las fiestas españolas eran así, y si ése era el ritmo que seguiríamos durante toda la quincena. Lo que para los españoles había sido un día ‘normalito’, a ella le había emocionado. Diferencias culturales, ya ven.
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Geocaching en Segovia |
Los siguientes días los pasamos en Valsaín, una localidad del municipio de San Ildefonso en la provincia de Segovia. Allí practicamos escalada, orientación y piragüismo por las pozas y piscinas naturales. También visitamos Segovia y La Granja, que les encantó. Además, aprendieron juegos populares como la rana y canciones típicas de campamentos –una vez más para romper el hielo y perder la vergüenza- como ‘Yo tengo un tallarín’, ‘Yo soy pelota de ping pong’ o la mítica ‘Soy una taza, una tetera...’, que a pesar de que parezcan demasiado infantiles para un grupo de personas de más de 20 años, los extranjeros se lo pasaban genial bailando, saltando y cantando... asombroso.
Para cada noche una temática diferente: fiesta de cócteles, fiesta de la sangría y fiesta del cambio de sexo, la que más éxito tuvo, sin lugar a dudas, y en la que más disfrutó todo el mundo. Tanto los chicos como las chicas no venían preparados para esta fiesta así que tuvieron que pedirse ropa los unos a los otros, además de complementos y, como no, maquillaje. El momento álgido fue cuando después de arreglarse cada participante debía presentarse ante el resto con su nueva personalidad. El ganador por unanimidad fue el chico ruso, que nos sorprendió a todos marcándose un baile con castañuelas incluidas.
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En La Granja (Segovia) |
Atrás quedaban los tres días de estancia en Segovia, ahora llegaba el turno de Burgos, nuestro reto personal. Habíamos estado durante meses organizando dónde poder quedarnos a dormir, qué lugares visitar y a qué sitios ir a comer, todo al precio más ajustado que pudiésemos, ya que el presupuesto del que dispone cada sede para su programa se obtiene de las cuotas que los participantes pagan (en nuestro caso 180€ por persona a repartir entre Madrid y Burgos), lo cual es muy reducido. Así y todo, era la hora de que las novatillas de Burgos dejasen la presión de lado y se pusiesen manos a la obra para que todo saliese perfecto, sí o sí.
Después de nuestra primera parada, la visita a la fábrica San Miguel, de la que salieron más que contentos, no solo porque muchos de ellos no habían estado nunca durante el proceso de embotellamiento de una de sus bebidas favoritas, sino porque además nos habían ofrecido un piscolabis y una degustación de cervezas; tocaba conocer la ciudad del Cid. Todos los participantes, sin excepción, quedaron maravillados ante la majestuosidad de la Catedral y la arquitectura de la ciudad, con ese toque moderno que a su vez encierra tanta historia.
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Monasterio de Silos (Burgos) |
La experiencia burgalesa duraría todo el fin de semana e iba a ser de lo más completa, desde visitas culturales, incluyendo -¿hasta allá arriba tenemos que subir?- el Castillo; hasta actividades en un ambiente completamente natural, como los circuitos de tirolinas del parque de ‘De Pino a Pino’ de Quintanar de la Sierra, donde nuestros participantes disfrutaron como niños; o el paseo en bicis a lo Verano Azul desde la universidad del Campus de San Amaro hasta Fuentes Blancas.
Una de las cosas que más chocó a los participantes fueron las zonas verdes de la ciudad. Mientras paseábamos por el Espolón, ya a última hora de la tarde, ese momento del día en que el calor no es tan agobiante, se nos acercó el chico ruso y nos preguntó por los árboles. El techo vegetal del Espolón había maravillado al joven, al que le tuvimos que explicar que no, que los árboles no crecen naturalmente entrelazados en España, y se trabaja para que queden así. “Muy bien” -contestó, muy solemne él - “cuando tenga mi propia ciudad en Rusia, os copiaré lo de los árboles”.
Claro que no todo serían visitas culturales, también teníamos programado noches de ocio para conocer los lugares míticos de la fiesta burgalesa y nada mejor para averiguarlos que un pub crawl, o lo que es lo mismo una ruta de bares. Además, también era labor de la sede de Burgos organizar la velada más esperada por todos, una tradición de todo evento AEGEE, la mítica European Night (Noche europea), en la que cada participante trae comida y bebida de su país y la explica para que el resto pueda degustarlo.
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La Yecla (Burgos) |
Y cómo no, con el paso de los días los participantes se van fijando en las costumbres españolas y surgen los primeros choques culturales. ¿Qué es eso de cerrar las tiendas después de comer?¿Realmente nos echamos la siesta?¿De dónde sacamos tiempo los españoles para irnos de tapeo y cañas con los amigos cada dos por tres? ¿Por qué parece que nunca miramos el reloj y los horarios de la comida no son algo fijo, sino cuando hay hambre?
Ya habíamos cruzado el ecuador de nuestro viaje, pero todavía nos quedaba una semana más de aventuras. La ciudad de Madrid acogió a los participantes con los brazos abiertos, y además de las compras por Gran Vía o la guerra de agua que nos ayudó a soportar el agobiante calor de agosto del Retiro, también hubo tiempo para las visitas culturales y de ocio: el Palacio Real, el centro de la ciudad, el Prado, el Reina Sofía, el Bernabeu y cómo no, algo tan típico y tópico para los extranjeros como son las corridas de toros, para aquellos que quisieron vivirlo de primera mano.
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Palacio Real (Madrid) |
No obstante, la Villa de Madrid no fue el único destino del grupo. También tuvimos la oportunidad de callejear por la ciudad de las tres culturas, Toledo, lugar que a pesar del calor y de lo empinada que resulta entusiasmó a todos. Y también donde algunas quisieron sumergirse en las tradiciones típicas, dejando una orquilla de pelo a la Virgen de los Alfileritos con la esperanza de tener suerte en el amor. O Alcalá de Henares, que incluso con la Universidad en obras, nos dejó ver el Rectorado, el Palacio de Laredo y la visita a la casa de una figura clave de la literatura española, Cervantes.
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Día de ocio en Madrid |
Y aún a pesar de que los días resultaban extenuantes, siempre se sacaban fuerzas para las variadas noches que la capital ofrecía. Así, vivimos una noche de gala en el casino, donde el chico macedonio llegó a conseguir unos 150 euros. La noche de karaoke, por ejemplo, permitió a las chicas soltarse la melena con Dancing Queen y Don’t Speak y los chicos nos deleitaron con su particular versión de Cuidado con Paloma que me han dicho que es de goma. Otras noches que merece la pena destacar fueron la de la Verbena de la Paloma, con concierto de Maldita Nerea incluido, o la del esperado día de relax, con barbacoa y fiesta en la piscina hasta altas horas de la noche.
Y bueno, 12 chicos y 12 chicas jóvenes, el calor del verano, 24 horas al día juntos... surgió el amor. Bien fueran simples tonteos de una noche o de toda la quincena, durante la SU hemos tenido parejitas que han puesto el punto empalagoso y dulce a estas dos semanas y que han descubierto los encantos de las ciudades que hemos visitado desde una perspectiva más romántica. Historias amorosas que, aunque algunos trataron de esconder, la gossip box o buzón de cotilleos, que toda Summer tiene, de forma anónima y no siempre veraz, sacaba a la luz para regocijo de todos.
Al final todos han quedado encantados con esta Summer Madrid-Burgos, que era lo que pretendíamos, y a pesar de nuestra poca experiencia, del cansancio, las prisas, los largos trayectos en bus, metro, etc. han disfrutado como enanos.
Y todo esto lo hemos logrado gracias a un grupo de jóvenes, que sin esperar nada a cambio y movidos por las ganas de viajar y de conocer gente de otros países, hemos trabajado para que durante 15 días, 30 desconocidos hayan sido nuestra familia y nuestro principal apoyo. Aunque ha habido momentos difíciles y estresantes, ver la cara de los participantes disfrutando de una actividad, o cuando caían dormidos exhaustos en el autobús, el metro o una parada de taxi después de un día duro, ha merecido la pena.
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Casino de Aranjuez |
Pero no solo nos quedamos con esto, pues las impresiones que ellos se llevan de España y que nos han ido comentando a lo largo de estas dos semanas juntos también son gratificantes, sobre todo, cuando un participante te dice que si no fuese por el idioma se sentiría como en casa; o cuando simplemente se van de vuelta a sus países y a los pocos días te escriben para decirte que han sido sus mejores vacaciones y que piensan volver en cuanto puedan; es algo insuperable.
Además, las lágrimas del último día lo demuestran, los abrazos, las cartas que nos escribimos, compartir fotos en Facebook, acordarte súbitamente de alguna anécdota graciosa que pasó con ellos y echarte a reír tú solo en el trabajo sin que nadie entienda porqué... Han sido 15 días muy intensos, llenos de emociones y a pesar de las horas de sueño que nos ha robado, no nos lo pensamos, al año que viene repetimos. See you somewhere in Europe. Nos vemos en algún lugar de Europa.
No se me ocurre ninguna manera mejor de describir cómo fue nuestra Summer juntos. Un 10! Burgos, siempre, cabeza de Castilla! :P (esto se os ha olvidado escribirlo, ehhh). Un GRAN placer para AEGEE-Madrid el organizar este viaje con vosotros. Las pocas veces que me salen lágrimas... y al dejaros en el bus, camino a Burgos, se me caían :(.
ResponderEliminarMucha suerte AEGEE-Burgos, siempre tendréis una "mamá" en Madriz.
Loviu